Constantemente usamos el poder de la ciencia para encontrar formas innovadoras de aliviar el sufrimiento, mejorar la salud y la calidad de vida de los pacientes en Ecuador y alrededor del mundo. Descubrir y desarrollar vacunas y medicamentos que transforman positivamente la vida de las personas requiere tiempo, talento, recursos significativos, colaboración entre sectores y, a menudo, una experimentación interminable en busca de nuevos avances, sin garantía de éxito. Todo esto no sería posible sin el marco de reconocimiento y protección que proporciona la propiedad intelectual.
Nuestra Industria biofarmacéutica de investigación y desarrollo (I+D), lidera la investigación biotecnológica, la misma que está revolucionando el campo de la medicina y cambiando radicalmente el perfil de los tratamientos, con soluciones terapéuticas que previenen y devuelven la salud a millones de personas en Ecuador y alrededor del mundo.
El esfuerzo innovador de nuestra industria tiene un gran impacto sobre la salud de la población. Las empresas del sector desarrollan más del 95% de los medicamentos disponibles en el mundo… medicamentos que curan enfermedades o mejoran notablemente la calidad de vida de los pacientes.
Basta pensar en el incremento de la supervivencia en cáncer, en el cambio de pronóstico de patologías como las reumatológicas o en cómo los nuevos medicamentos contra la hepatitis C permiten ya pensar en la erradicación de esta enfermedad. O, incluso, dolencias antes como el VIH/Sida, que dejaron de serlo. Ya para la primera década del presente siglo, el ser humano ganó 1,74 años de esperanza de vida y un 73% de ese incremento se debe al positivo impacto de medicamentos innovadores.
Cada uno de estos nuevos medicamentos es una idea que se cristalizó gracias al funcionamiento adecuado de un ecosistema de innovación, que protegió esta idea y le permitió avanzar en su desarrollo con más facilidad. El sistema de Propiedad Intelectual es el motor clave de la innovación, al fomentar un entorno propicio para que prospere la creatividad y la innovación en todas sus formas.
Particularmente, impulsa la innovación farmacéutica a través de incentivos y recompensas que permiten contar con más inversión en investigación y desarrollo que garantiza que tengamos soluciones para dolencias, enfermedades y pandemias existentes y futuras. En la actualidad, hay más de 8.400 medicamentos están en distintas etapas de desarrollo en todos los campos terapéuticos, los cuales están orientados a mejorar un tratamiento ya existente o crear uno nuevo para darle cura a una enfermedad o condición que no la tiene.
El contar con un sistema sólido de Propiedad Intelectual es crítico en la investigación en medicamentos, que es un proceso largo, complejo, costoso y arriesgado, sin garantía de éxito: poner un fármaco a disposición de los pacientes necesita de 10 a 12 años de trabajo y USD 2.500 millones; para que apenas uno de cada 10.000 compuestos en investigación llegue al mercado.
Sin el marco que proporciona la Propiedad Intelectual, no tendríamos ninguna herramienta para luchar contra COVID-19. Los incentivos de propiedad intelectual apoyan las asociaciones tecnológicas al proporcionar el marco legal necesario para la innovación colaborativa y el intercambio de tecnología y conocimiento. Este marco es el que ha facilitado colaboraciones sin precedentes entre innovadores biofarmacéuticos y gobiernos, universidades y otros socios de investigación para acelerar el desarrollo y disponibilidad de vacunas, tratamientos y diagnósticos seguros y efectivos contra la COVID-19.
También ha sido la fuerza impulsora detrás de las plataformas y tecnologías que han permitido a la industria abordar el COVID-19 en una etapa avanzada; y es este mismo marco el que está ayudando a garantizar los recursos y las condiciones necesarias para continuar con el desarrollo de nuevos tratamientos y vacunas: gracias a la protección de los Derechos de Propiedad Intelectual, tenemos más de 300 tratamientos y más de 200 vacunas contra la COVID-19 que se están investigando actualmente. La Propiedad Intelectual también seguirá desempeñando un papel crucial mucho después de que termine esta pandemia, para garantizar que el mundo esté preparado con soluciones innovadoras para futuras crisis de salud global, además de otras necesidades urgentes de atención médica.
Fomentar un ecosistema de investigación que pueda ofrecer este nivel de innovación es la mejor manera de proteger a las personas alrededor del mundo.
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